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martes, 20 de julio de 2010

RITA LIN

Hoy es la reapertura del Centro de Rehabilitación para adictos a las cebollitas perlas en escabeche, in memoriam de la ex-líder del Partido Opositor Húngaro, la húngaro-bhutanesa Rita Lin.
Nació en plena guerra civil en Hungría, en momentos cruentos y difíciles por la caída abrupta del precio de las exportaciones de cortaúñas desechables. Sus padres fueron asesinados por un filósofo radical español cuando ella era aún una niña. Debió trabajar desde los 8 años en una fábrica de espirales para cuadernos, pero un grave accidente le cercenó las manos al quedar atrapadas en una máquina plastificadora, lo que le permitió detener la hemorragia al quedar plastificadas sus heridas. La despiden de la fábrica a los 12 años por haber destruido la máquina y debió trabajar cosechando repollo morado para pagar los daños. Lamentablemente una plaga de langostas destruyó las cosechas y dejaron ciega y sorda a Rita porque un par de estos simpáticos artrópodos ingresan a sus oídos y lagrimales. Además, aún vivas, le devoran la mitad de su estómago y se beben gran parte del líquido cefaloraquídeo, por lo que queda tetrapléjica y un poquito mareada. A los 14 años va a trabajar a Bangladesh, planchando la ropa del cónsul portugués en ese país. Un día, se le quedó la plancha enchufada e incendia el consulado con ella en el interior. Así, pierde toda sensibilidad en la piel y el olfato. Debido al humo, sus pulmones colapsan y estallan, por lo que debió quedar conectada a un respirador artificial toda su vida.
Comienza a pintar cuadros conceptivistas sobre caballos, justo en la época donde un diputado húngaro sobornó al gobierno bhutanés, regalándole un par de caballos turcos sin dientes para que bajaran los precios de la exportación de gusanos de seda. Fue detenida por oposición al gobierno húngaro y condenada a treinta años de trabajos forzados en la cárcel de alta seguridad de Itzsel, en Alemania Oriental. Tuvo que forjar fierro para hacer secunderos de relojes cucú y tenía que tallar con sus dientes las ranuras de los tornillos. Decidió ocupar sus 30 minutos de tiempo libre al día para dormir cinco minutos, comer y escribir su única y magnánima obra de antología de cuentos de sindicalistas prusianos: "44 años de dictadura bucólica", con la que ganó el Premio Nobel de Sindicalismo Prusiano. Cuando fue a recibir el premio, uno de los jueces que estaba fumando un puro, lo arroja encendido al tubo de oxígeno de Rita y estalla. Rita agoniza treinta y cuatro horas con profundos dolores en todo su cuerpo, menos en las trompas de falopio, donde se sentía muy relajada. Los primeros minutos de un día cualquiera fallece, dejando su legado al partido opositor húngaro.
Las primeras dos personas que ingresen al Centro de Rehabilitación, se les obsequiará una de las trompas de falopio conservadas en un lindo frasco de mermelada.

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