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domingo, 14 de agosto de 2011

Piedras con Reflectores de Luz

La Adrenalina es una sustancia peligrosa. Y lo es más aún cuando se mezcla con el Sexo. Y si a eso se le añade Amor, es mejor arrancar. Pero uno no puede huir del resultado de esta aleación. Tiene propiedades magnéticas que lo dejan a uno sin escapatoria. Y no hay nada más adrenalínico que caer en los mismos errores del pasado, conociendo los resultados poco favorables y nada agradables, tal vez por el ineludible reto de saber cuánto tiempo te puede tomar resolverlo esta vez... tal vez por el simple hecho de volver a caer. El que sea un error ya conocido, no implica que sea menos peligroso, pero la Adrenalina enceguece, el Sexo atonta y el Amor... hace ambas cosas.
Dicen que el ser humano es el único animal que tropieza con la misma piedra. Y aunque la piedra tenga luces de neón, el atractivo de caer con ella, por ella, y para ella, es más fuerte que cualquier advertencia de peligro. Lo peor de todo es que aunque la piedra sea una sustancia dura y resistente, puede sufrir pequeños cambios en el tiempo, lo que la convierte en una nueva piedra con la que tropezar, y son esas pequeñas diferencias las que pueden llegar a herir. Tal vez la única defensa contra aquello, es que el tiempo también nos cambia, y que aún con una grave caída, siempre queda la posibilidad de levantarnos (y volver a caer en más piedras. Pero esa es la gracia, sería muy aburrida una montaña rusa en línea recta)
Canta el viejo kool-iao de Julio Iglesias:
"Tropecé de nuevo y con la misma piedra, en cuestión de amores nunca aprenderé, yo que había jurado no jugar con ella, tropecé de nuevo y con el mismo pie."
...lo bueno es que tenemos otro pie...
...lo malo, es que tenemos sólo un corazón...

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